En Urumqi, capital de la provincia china de Xinjiang, hay chinos rubios y pelirrojos.
Es como lo exótico de lo exótico, lo imposible.
Es como una zona en la que los dioses anduvieron experimentando con los humanos, y una vez que lograron los tipos fisonómicos que querían, los mandaron unos para acá, otros para allá, y en aquel rincón del Asia central quedaron los restos de las pruebas. Las dejaron ahí y brotaron.
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