jueves, 27 de agosto de 2015

Con mis amigos nos animamos a meternos donde están los fantasmas

En unos días emprenderé mi primer viaje a China.
Me ha tocado viajar mucho a lo largo de mi vida, pero este es un viaje especial.
En principio, en un sentido es un regreso, ya que en 1954 mi padre trajo desde allá la mitad de mis genes. Voy, así, a encontrarme con los ancestrales fantasmas de mi genealogía.
Ese es uno de los motivos del viaje. También es un viaje del presente y hacia adelante, porque con mi socio Néstor Restivo estamos felizmente dejando el cuero en el empeño por mantener en el aire y seguir remontando el proyecto Dang Dai, de comunicación entre Argentina y China.
Es un proyecto que se propone para el resto de nuestras vidas, y está a la mano de la próxima generación. Y requiere que conozcamos bien China.
Este viaje será de reconocimiento extremo. Exploración radical. 47 días en tren, desde Hong Kong a Urumqi y al fin a Beijing. Pasando por Shenzhen, Taishan, Guangzhou, Guilin, Wuhan, Chongqin, Chengdu, Lanzhou, Xi’An, Shanghai y ciudades intermedias.
Sin idioma y casi sin dinero.
Nos pondremos a prueba, China y yo. Y los medios electrónicos. Y mis fantasmas centenarios.
Y también los amigos que me quieren bien y me están dando una mano enorme.
A todos ellos, muchas gracias. Saben que no puedo viajar sin escribir y sin fotografíar y me complacerá mucho compartir esos registros con ellos.

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